De la naturaleza al hombre
La difusión de enfermedades de la naturaleza al hombre
El hombre con frecuencia desconoce los beneficios de mantener intactos los ecosistemas, organizaciones capaces de mantener el balance por si solos de todos su entorno y además proporcionar satisfactores al género humano tales como la filtración del agua a trasvés de las selvas.
La falta de entendimiento sobre el funcionamiento de la naturaleza y la irrupción de los humanos en ella ha propiciado en los últimos años la difusión de infecciones como el VIH, el virus del Ebola, el virus de la enfermedad del Oeste del Nilo y del virus que produce insuficiencia respiratoria aguda (SÍNDROME AGUDO Y SEVERO RESPIRATORIO), todos ellos productos de la mano del hombre sobre la naturaleza.
De las infecciones emergentes que afectan a los humanos, 60% se originan en animales y más del 40% en animales salvajes.
Sabemos que el hecho de congregar animales de cierto tipo para su crianza y el contacto con los humanos ha desencadenado eventos que permiten la mutación de virus que no afectaban al hombre pero que gracias a estos potenciales laboratorios de reproducción y variación mutágena, han proliferado y ahora si lo dañan, por lo que la acumulación en granjas para la crianza debe desaparecer.
Médicos, biólogos, genetistas, veterinarios, epidemiólogos e ingenieros han conformado grupos multidisciplinarios con la finalidad de desenmarañar los misterios de la ecología de las enfermedades.
Al derribar una barrera que la naturaleza había formado para resguardar su ecosistema con un camino o una zona de cultivo estamos abriendo la puerta para la difusión de nuevas y sofisticadas formas de enfermedades que atacarán al hombre, predecir estos eventos es la tarea primordial en la actualidad de los estudiosos de la ecología de las enfermedades.
En cada ecosistema se pretende crear bases de datos con la información de los gérmenes que contienen la saliva, la sangre, el pelo, la piel y en general todo el organismo de los animales, registrando su DNA para determinar su potencial dañino y así estar listos para una inesperada diseminación.
Los criaderos de animales domésticos para la alimentación humana son centros propicios para la infección por miembros de la vida salvaje, ejemplos de estos son la transmisión de virus como el Nipah de murciélagos a cerdos a través de la saliva contaminante que dejaban en el bagazo que masticaban y que ingerían los cerdos, que posteriormente al mutar logró infectar humanos con una letalidad alarmante (Malasia 1999- 276 humanos afectados, 106 muertos y el resto con secuelas neurológicas irreversibles y severas), el virus de Hendra que en Australia afectó a muchos caballos y a 4 humanos, también fue a través de la saliva de murciélagos salvajes que infectaron los pastizales y agua de lugares en el bosque que anteriormente eran inaccesibles a humanos y animales domésticos y ahora estaban expuestos a este contacto.
En el Amazonas una deforestación del 4% incrementó la malaria en 50%. La caza de zorros y lobos aumentó la fauna de roedores que transmiten la enfermedad de Lyme.
El consumo de alimentos provenientes de la vida salvaje, la incursión en las selvas, en los bosques, la destrucción de las barreras naturales, la susceptibilidad de animales de otros hábitats (aves americanas con enfermedades provenientes de África), la habilidad de los mosquitos y de los roedores como vectores ha modificado la prevalencia de las enfermedades emergentes, mutado otras antiguas y encendido los focos rojos de una posible enfermedad futura proveniente de la vida salvaje con capacidad de diseminación inusitada y una letalidad sin antecedentes.
El banco mundial ha estimado el costo de una potencial pandemia de influenza en 3 trillones de dólares.
Hoy los organismos que estudian la ecología de las enfermedades se han dado a la tarea de crear mecanismos preventivos que nos protejan de una debacle de este tipo.
