Comida mortal
Aunque Arturo sabía perfectamente que debía de moderar el consumo de alimentos por padecer de Diabetes tipo 2 del adulto, intermitentemente cometía transgresiones a la dieta que consideraba irrelevantes por ser ocasionales y porque aunque tenía los triglicéridos elevados estos no lo estaban demasiado.
Sin embargo ese día Arturo se despertó por la mañana con un extraño dolor abdominal situado en la región superior y media del abdomen (la boca del estómago o epigastrio), este dolor no era el típico de la gastritis que ya había padecido en otras ocasiones, sin embargo se le parecía y la zona casi era la misma, lo que más le llama la atención era la intensidad que se podía considerar moderada a severa y la persistencia. Lo primero que se le ocurrió es que tomando un baño y desayunando esto se mejoraría como en otras ocasiones y que seguramente era secundario a la comida del día anterior donde consumió carnitas, moles, barbacoa y una buena dotación de cervezas y tequila, comida que además se había prolongado hasta las 10 de la noche hora en la que se consumió el consabido pozole de las bodas clásicas. Se sentó a desayunar y comenzó con un plato de fruta chico y posteriormente con unos huevos rancheros, sin embargo cuando iba a la mitad del consumo de este platillo el dolor se agudizó acompañándose ahora de náuseas y deseo de vomitar lo cual se concretó en dos ocasiones mejorando después de haber vaciado el estómago y posteriormente el intestino con una evacuación completamente normal al inicio y posteriormente con un poco de diarrea.
Pensó que se trataba de una terrible cruda y decidió ingerir un té y una tableta de 40 mg de omperazol además de una buscapina, sin embargo a diferencia de lo que esperaba el dolor se multiplicó a 4 veces y la sensación de malestar abdominal lo desconcertaba, ahora ya no podía ubicar el dolor con precisión éste, estaba distribuido en todos lados y lo atravesaba del epigastrio a la espalda, alarmado y angustiado le pidió a su esposa lo llevara al hospital ya que se sentía incapaz de manejar y llegar solo con semejante molestia.
Ya en el servicio de urgencias y habiendo enterado a los médicos de los antecedentes del caso, fue internado, evaluado y concluidas las apreciaciones de los médicos se informó a la esposa que se trataba de una pancreatitis aguda o de una úlcera perforada, que tenían que hacerse estudios de laboratorio, medición de amilasa, ultrasonido abdominal, radiografías de abdomen y tomografía abdominal después de lo cual se concluyó con que se trataba de una pancreatitis aguda y que ameritaba quedarse internado para control del dolor y evaluar la intensidad de la enfermedad, les informaron que esta enfermedad tiene una variedad relativamente fácil de controlar y otra sumamente agresiva, que se buscarían los criterios y la evolución para definir el diagnóstico. En menos de 72 horas Arturo estaba en terapia intensiva, Hugo su hermano fue informado de que tenía una pancreatitis aguda necro-hemorrágica (necrosis es destrucción de tejido y esto se acompaña de hemorragia) para entonces ya tenía falla renal, neumonía, falla cardiaca, dependía de un ventilador para respirar y tenía que estar siendo conectado a hemodiálisis (riñón artificial) para limpiar su organismo de los desechos del metabolismo que se eliminan por la orina.
La conclusión de los médicos era que el consumo alto de grasas y alcohol en un paciente con antecedentes de hiper-trigliceridemia (triglicéridos altos) era un factor que predisponía para desarrollar este cuadro.
Arturo fue intervenido en 3 ocasiones para hacerle lavados peritoneales y retirar tejido destruido del páncreas, se dializó en 5 ocasiones, estuvo conectado a un ventilador todo el tiempo, recibió 3 diferentes tipos de antibióticos de forma simultánea, la administraron substancias para mantener la presión en buenos niveles y fue intervenido quirúrgicamente como se describió en 3 ocasiones. Su atención a nivel privado costó aproximadamente entre 70 y 100 mil pesos diarios, participaron 5 médicos en su tratamiento y finalmente después de 10 días de estancia perdió la vida.
La prevalencia en un estudio realizado en pacientes Mexicanos de pancreatitis aguda entre la población hospitalaria fue de 3%. Se identificaron 104 pacientes, 62% hombres, con edad promedio de 37 años. En 74% se sospechó correctamente el diagnóstico al ingreso. Las causas más frecuentes fueron la obstrucción de vías biliares por piedras (49%) y por consumo de alcohol (37%). El síntoma de inicio más común fue el dolor abdominal (94%). El estudio de laboratorio más sensible fue la presencia de leucocitosis (glóbulos blancos elevados 78%), seguido por la lipasa y amilasa séricas (74%). Sólo 34% de los pacientes tuvieron un adecuado estado nutricional. El 54% de los pacientes presentaron pancreatitis severa. Los días promedio de hospitalización fueron 17 y 44% necesitaron manejo en la terapia intensiva. El 35% de los pacientes fueron sometidos a cirugía, en los que se realizó necrosectomía (quitar tejido muerto) la mortalidad fue de 67%.
La mortalidad total fue de 21%.
Conclusión: el diagnóstico clínico correcto de la pancreatitis aguda es frecuente. La pancreatitis severa es más común. Conociendo las causas se puede prevenir tratando la litiasis vesicular y evitando el consumo de alcohol y grasas en alimentos en pacientes con antecedentes de hipertrigliceridemia.
Bibliografía:
1) Pancreatitis aguda: experiencia de cinco años en el Hospital General de México. Gac. Méd. Méx v.141 n.2 México mar./abr. 2005
Raúl Sánchez–Lozada,* María Isabel Camacho–Hernández,** Ricardo Gerardo Vega–Chavaje,*** José Humberto Garza–Flores,** Carlos Campos–Castillo,** Rafael Gutiérrez–Vega**
2) McPhee SJ. Diagnóstico Clínico y Tratamiento. 49a edición. McGrawHill. 2010
- See more at:
http://fernanda-familiar.com/colaboradores/alejandro-cardenas/comida-mortal