Medicina a la defensiva
En el inicio de la relación médico-paciente, este consideraba al primero como su protector en el cual depositaba la seguridad de su salud, la preservación de la misma, a través del médico su benefactor, la imagen que tenía de él era de alguien con el único interés de ayudarlo a solucionar sus padecimientos.
A su vez el médico con una franca vocación de ayuda aplicaba su mejor esfuerzo, sus conocimientos y su experiencia para ayudar a los pacientes, teniendo como primicia PRIMERO NO HACERLE DAÑO, y conservar su calidad de vida.
El uno y el otro se consideraban amigos y se apoyaban mutuamente en un contexto que se circunscribía al ámbito familiar, de la comunidad o de un sector de población.
El médico necesitaba de recursos farmacológicos para el tratamiento de sus pacientes y fue así que nació la industria farmacéutica que se encargaba de proveer al médico del arsenal terapéutico necesario.
También hubo la necesidad de crear centros de atención especiales para aquellos pacientes que ameritaban que su atención médica fuera continua y especial; con enfermeras y servicios diversos como laboratorio, rayos x y quirófanos donde si fuese necesario se operaría al paciente.
También hubo que crear el recurso para darle servicio al paciente así nació el hospital público o gubernamental que con recursos privados o del erario se desarrolló para proteger a las comunidades de las enfermedades.
Como siempre hay distinciones en el servicio, así que hubo quienes no se conformaron con el servicio público de la atención médica, que además pretendía que el gasto en la salud no los tomara descuidados, abatiendo el presupuesto familiar en una enfermedad larga y dolorosa, y fue así que se crearon las compañías de seguros.
Así fue que entonces de una relación necesaria entre pacientes y médicos que es el binomio original, se desarrolla una impresionante infraestructura hospitalaria pública y privada, industrias dedicadas a la producción de medicamentos y suplementos para la salud, además de compañías de seguros todos ellos logrando beneficios incalculables de la necesidad de salud del paciente y de la posibilidad de ser atendido por el médico.
Siendo la salud el bien más preciado de la humanidad, se vio la posibilidad de manipular este recurso desde el punto de vista político, por lo que la seguridad social y la atención del paciente se convierten paso a paso en parte de la promesa de todas las campañas políticas y de sus discursos.
El paciente y el médico se convierten en sujeto de negocios millonarios y estandarte político, donde, el menos beneficiado es el médico y el paciente, con presupuestos insuficientes departe de las autoridades gubernamentales, compañías de seguros que antes el menor parpadeo o equivocación del paciente se niegan a pagar por el servicio ya contratado.
Los hospitales privados con tarifas lejos del alcance de la mayorías y los hospitales públicas abarrotados de pacientes enfermos en todas las etapas de enfermedad dirigiéndose irremediablemente hacia el nicho de la irresolución, al desahucio o cayendo en picada hacia el profundo y negro agujero del mal servicio, donde las posibilidades de recuperar su equilibrio en circunstancias que exigen uniformidad, calidad y servicio son prácticamente de 0.
Ahora ya no son pacientes son derecho habientes o asegurados clase A, B o C o …..z, los médicos ya no son médicos sino prestadores de servicio, la institución ya no resguarda sino se resguarda, el médico ya no atiende sino trata solo de hacer lo mejor y el paciente ahora transformado en sujeto de algo que no es la esencia del servicio acaba por darse cuenta de la posición de indefensión ante las circunstancias en las que se encuentra.
De todo esto surge la medicina a la defensiva departe de las instituciones, las compañías de seguros, los pacientes, los hospitales privados y hasta de la industria farmacéutica donde han sido sus productos acusados de causar la muerte.
Así brota como manantial prolífero y abundante de la necesidad primara de atención médica, el de las demandas, jugoso paquete de quienes se dedican azuzar a los pacientes en contra de los médicos, o de las instituciones, las compañías de seguros, o de contra quien resulte responsable, que desde luego no ha mejorado la atención ni la calidez que necesita el paciente deseoso de ayuda.
La ciencia se dirige a crear instrumentos que le permitan al médico en el intento de evitar cometer errores, utilizar algoritmos que le indiquen la secuencia en el proceder clínico y técnico, medicina basada en evidencias que le permita asegurar su actuar y el apoyo en estudios que en ocasiones resultan excesivos, todo esto sin lograr el objetivo final que es el bienestar del paciente.
Diariamente los pacientes demandan a médicos, instituciones y compañías de seguros. Las instituciones demandan a los médicos convirtiéndose esto en una interminable batalla donde además ya hay organizaciones especiales (CONAMED) encargadas de evaluar el comportamiento de médicos, pacientes e instituciones, estableciendo juicios de buen actuar con criterios administrativos e ilógicos que poco tienen que ver con el contenido del cada caso en especial resultando en un desastre social y de servicio.
Cada vez más complicaciones y menos buenos resultados para nadie.
Hasta el momento actual las instituciones siguen estando atestadas de pacientes, los políticos ofreciendo mas y diversos servicios con el mismo o menos personal, con menos instituciones y mucho menos recursos; las compañías de seguros vendiendo seguros que nadie sabe si serán o no pagados cuando se necesiten, los médicos creando corazas de trabajo que eviten comprometer su práctica y su integridad para seguir laborando ya que este es su único recurso de trabajo, y pacientes asustados con todos estos eventos, temerosos de su futura salud e inciertos con su futuro.
Pretendemos los médicos cambiar el curso de estos eventos promoviendo más la prevención, que evite a los paciente llegar a momentos complicados de salud.
Nuestras instituciones salvan muchas vidas y reintegran a muchos pacientes a sus vidas nuevamente, sin embargo no es nada despreciable la cantidad de enfermos que no lo logran.
