Editorial: La convicción de ser Médico
Cuando era niño sentía una especial fascinación por el trabajo de mi padre que era médico, lo que más me llamaba la atención era el acceso a la intimidad física de las personas sin importar edades, sexo o condición social.
Recuerdo lo intrigante de su trabajo cuando lo acompañaba por casualidad o por coincidencia, en alguna jornada laboral en lugares lejano a su consultorio, donde me recibían con una taza de chocolate con agua y me sentaban en alguna lugar lejano al sitio donde él desempeñaría su trabajo de médico. Así también fue que atisbando entre rendijas pude en una ocasión observar, como de entré los pies de alguien acostado en una cama, aparecía un pequeño cuerpo del que colgaba algo como una tripa larga y que de inmediato fue envuelto en una frazada blanca a tal velocidad, que ya no tuve la certeza, de saber si, sí, o no, era realidad lo que había presenciado, además de que fui sorprendido por alguien de casa, una señora envuelta en reboso, que de inmediato me indico que debía de permanecer sentado en la silla de la cocina y que ya pronto regresaría mi padre para partir.
Sin palabras fue el recorrido de mi padre manejando aquel vehículo grande y espacioso de color negro con perfiles redondeados y un volante que parecía el del mismo barcos de Jasson y los Argonautas, se desplazaba por el camino de terracería entre árboles y barrancas, sembradíos y huertos, observando fijamente el trayecto con la mirada ausente de quien hizo algo, invento algo, logro algo que lo hacía reflexionar; no fue hasta casi terminada la jornada que volteó y me pregunto, si estaba aburrido o me había parecido largó el camino, sin detenerse a considerar la experiencia que podía ser más significativa para mí que la excursión protagonizada a su lado.
Lo que pensó, tenía que ver con la gran aventura que para él fue la atención del partos y el nacimiento de un BB bajo aquellas difíciles condiciones que parecía tener dominadas, o simplemente, tal vez se inquietó con la posibilidad de lo que hubiera pasado si no sale todo bien, o que tal si un imprevisto hubiera modificado el desenlace; seguramente eso cruzo por su mente y poco pudo saber de mi experiencia aquella mañana dominical; nunca supo que ese momento marcaría mi vida para siempre, que la llenaría de preguntas y que me dejaría intrigado.
Cuando llegué a casa mi madre quedo sorprendida al escuchar lo que conteste cuando ella cuestiono mi experiencia de haber acompañado a mi padre, menuda sorpresa se llevaron, al escuchar la respuesta, de haber visto unos pies, luego algo como un niño y finalmente a mi padre reclinado con guantes en las manos observar entre esos pies como esperando descubrir y ver aparecer algo muy importante motivo de su presencia en aquel lugar.
Ser médico es la experiencia más maravillosa que ha presenciado mi existencia, me compromete a vivir pensando en los arroyos de sangre que recorren los trayectos de vida de mis pacientes, sus globos oculares girando pegados a los cables de su cerebro, sus manos robóticas señalando y atrapando ideas con forma, y, sus pasos dirigiéndose hacia la mesa llena de comida y sorpresas para el olfato, el gusto y hasta el tacto, me ha permitido escuchar sus palabras con letras que viajan sobre las circunvoluciones de mi cerebro, buscando el sitio del rompecabezas que dejara ver la figura final del diagnóstico escondido, entre toda la información guardada a través de los años, por este cuerpo, que no deja opción a la equivocación con el ejemplo de no ser obeso, de tener buen aspecto y de dar el mejor de los ejemplos para quien viene dolido, confundido o esperanzado a encontrar una respuesta honesta o válida para su tranquilidad.
Que reconfortante resulta ser lógico y mostrar coherencia, que satisfactorio hablar con la convicción de vivir en la propuesta que les damos a nuestros pacientes, que oportuno conversar sobre las oportunidad de compartir la información vivida y el ejemplo de ser como invitamos a comportarse a nuestros pacientes.
La abuela decía que los médicos no debían fumar, no debían bebe, no debían engordar y no debían mostrarse enfermos, porque esto ocasionaba que quien iba a buscar ayuda quedara decepcionado y confuso respecto a sí este personaje era el indicado para aconsejarlo. El médico debe de vivir el compromiso de ser coherente que es el primer elemento para asegurar al paciente la certeza de su elección.
Hoy vemos que pacientes y Médicos por igual doblan las rodillas y caen fulminados por un infarto, ambos recorren el camino de las recomendaciones olvidadas y de las omisiones perpetradas, más doloroso para uno que para el otro por haber tenido la información y la oportunidad de evitar la circunstancia, y, sin embargo no haberlo hecho, de cualquier manera resulta igual de dramático al final.
Los profesionales de la salud también se enferman, también se equivocan y también enfrentan la realidad de que prevenir es la regla única y fácil para evitar un triste desenlace, que la salud es el elemento que se cuida con previsión y que no hay nada mejor en esta vida que sentirse así, sano.
En el razonamiento está la clave de que con lo aprendido se puede llegar a una calidad de vida insuperable y que en cuestiones tan sencillas como la dieta y el ejercicio, se encuentra la respuesta más impactante para librarse de las enfermedades, que son la principales causas de muerte de los seres humanos.
Entonces no es opcional que la convicción de ser médico, lleve apareada la responsabilidad de ser congruente con las propuestas de estilo de vida que recomendamos y que dejará ver dos cosas, la primera que predicamos con el ejemplo y la segunda que si se puede.
No hay que rodearse de errores para estar lenta y progresivamente angustiado de forma permanente, hay que restar equivocaciones a nuestro entorno para crear el contexto propicio para la salud.
A todos los que de alguna forma son líderes en sus comunidades, en sus trabajos, en sus escuelas o en sus países los invitamos a participar en las difusión de que en un estilo de vida saludable se vive mejor.
A los médicos los invitamos a vivir e la convicción de ser congruentes y a predicar con el ejemplo.
Atentamente.
Dr. Alejandro Cárdenas Cejudo.
Presidente
Ejercicio es Medicina en México
Médico Internista
Expresidente del CMIM
Fellow of the American College of Medicine
Miembro del Comité de la ISIM
www.exerciseismedicine.org.mx