Los recuerdos, el tiempo y el cerebro
En nuestro cerebro la organización cronológica de los recuerdos, se organiza en estructuras que definen el tiempo dentro del la mente para situarlo en ideas, descripciones, conclusiones o simplemente remembranzas.
Hemos aceptado socialmente el diseño de una agenda cotidiana basada en el tiempo, donde el despertar, la llegada al trabajo, el tiempo para comer y las reuniones con otras personas se ubican en este concepto apegado a un medidor denominado reloj. Existe otro reloj que se desarrolla y define de acuerdo a cuestiones relacionadas con la luz del día (ritmo circadiano: circa cerca; diano-día o que dura 24 horas) cuando inicia el día el organismos detona todas las funciones e in-crescendo conforme avanza el día incrementa los niveles de hormonas y proceso metabólicos que declinaran con la desaparición de la luz del día. El control neurológico del tiempo se ubica en una especie de disco dura acoplado a un hardware y aun software todo integrado en el hipotálamo y la corteza cerebral en el cerebro.
Este procesador de alta resolución con su ejecutor en el hipotálamo, ajusta nuestra agenda diaria al ritmo circadiano sin problemas; lo que sí es un misterio es como somos capaces de acoplar en el proceso de la memoria los eventos en tiempos perfectos, ubicados además con la asociación a eventos que nos hacen recordar en avalanchas vívidas en segundos, un recuerdo que ubica momento y circunstancia con gran precisión, permitiendo evocar imágenes con perfección inusitada.
El tiempo en la mente puede atraer recuerdos a gran velocidad o con extremada lentitud, implantar secuencias en medio de una conversación, ubicar recuerdos entre caricias, escenas completas entre sílabas o escurrirse lentamente en una mirada en el horizonte o a los ojos de una persona. El cerebro es capaz de ordenar por tiempo, por intensidad, por tipo de evento o simplemente disponer de la información de manera caótica solamente para desencadenar otro recuerdo adicional o un nuevo evento a recordar en concordancia o de manera independiente.
El ritmo circadiano o programa biológico tiene una estrecha pero compleja relación de secuencias y disposiciones con los recuerdos y las emociones, su enlace es impredecible y difícil de describir imposible de estadificar o repetir, o simplemente con una relación muy difícil de explicar; su correlación es innegable pero complicada.
La coordinación del tiempo mental con el ritmo circadiano, el tic tac del reloj o con la información que produjo el evento puede ser integrada de manera impredecible, en un abrir y cerrar de ojos, en un día, en imágenes estroboscópicas o entrelazadas con la realidad vivida o como un flashazo abrumante en la inmensidad de posibilidades que da el cerebro a la expresión de las ideas.
Los recuerdos tienen un nexo infalible con las emociones, con un tiempo específico, con las circunstancias en que éstas se suscitan, con la forma en que se evocan, como se perciben y con el momento del recuerdo.
Sin la integridad del cerebro podemos olvidar si comimos, si dormimos, si acabamos de beber agua o podemos dejar de aprender.
Si el sitio en el cerebro que guarda los recuerdos se daña resultara imposible coordinar el ritmo circadiano con la lógica de los eventos y es poco probable que ubiquemos los recuerdos en el tiempo acontecido o sepamos cuando siquiera ocurrieron.
Si ya no podemos aprender ni recordar se daña el proceso del pensamiento y se deteriora la inteligencia así como la capacidad de síntesis, la información acumulada para emitir conclusiones, la posibilidad de predecir basándose en la experiencia de eventos pasados y en los aprendizajes exitosos o de ensayo error.
El daño cerebral que afecta a la estructura que integra estos elementos de experiencia, aprendizaje, información acumulada, memoria auditiva, visual y táctil, impide concluir e impide la memoria de eventos pasados o de largo plazo. Tampoco se recordará la duración del evento, la hora del día, la época, el tipo de evento y la importancia que para el individuo significaba aquel suceso.
La autobiografía es la construcción continua del pasaje de tu vida, con la fortaleza de tus recuerdos, con la capacidad de tomar decisiones, con del recurso de la experiencia y la herramienta de transformación individual basada en la infraestructura creada a través del tiempo, en secuencias, integrada o transformada por la propia percepción del individuo. Tener intacto el cerebro permite a cualquier individuo de acuerdo a su historia personal procesar a más o menos velocidad las expresiones de sus decisiones y la evaluación de las mismas en un catálogo de inteligencia titulables o evaluables por consenso de éxito o fracaso.
Las construcciones en el tiempo son similares para todos los individuos pues tienen el mismo procesador, la velocidad depende de la experiencia en las evocaciones, la capacidad de concluir se asocia a la información acumulada, a la construcción personal, a la capacidad de concentrarse y a factores que son impredecibles y que pueden hacer altamente eficiente este evento o terriblemente lento y disperso.
Finalmente el tiempo no evoca confusión sino perfección bajo circunstancias normales, su aliado el cerebro le proporciona las herramientas para calificar con precisión cada memoria en su momento e intensidad de acuerdo a la demanda emocional, sin esfuerzo codifica la cronología a la perfección o la hace parecer poco trascendente si lo importante es el evento y no el tiempo en que sucedió; de tal forma que tiempo, recuerdo, información, construcción, habilidades, resultados, conclusiones en una inmensa diversidad sin importar la complejidad pueden ser maravillosamente perfectos.
Atentamente.
Dr. Alejandro Cárdenas Cejudo.
Presidente
Ejercicio es Medicina en México
Médico Internista
Expresidente del CMIM
Fellow of the American College of Physicians
Miembro del Comité de la ISIM
www.exerciseismedicine.org.mx
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