Editorial: ¿Quienes viven más y por qué?
Indudablemente que en la historia de la humanidad está siempre se ha preguntado cómo se puede vivir más con la energía de la juventud, cuales son los secretos para mantenerse jóvenes de por vida y protagonizar el sin fin de beneficios que esto conllevaría.
Hasta ahora que nuestro organismo ha sido producto de una larga evolución, millones de adaptaciones, perfeccionamiento progresivo, ajuste a las mutaciones y a los desafíos ambientales, no ha ocurrido que se transforme en per durable, indestructible o eterno.
La permanencia temporal de Nuestra humanidad le ha dado un sentido filosófico y espiritual a nuestra vida, donde el hecho de encontrarle objetivos y justificaciones a nuestra existencia se aparea con la obligada necesidad de la trascendencia al universo espiritual lleno de dogmas, pero infalible a los cuestionamientos para los que se reserva un rotundo rechazo gracias a la simple convicción.
Hemos sido hábiles para modificar el entorno y pasar de una sobrevida de 50 Años a comienzos del siglo XX a los 75 años de este siglo XXI. Influyeron descubrimientos como los antibióticos y la tecnología del urbanismo que nos ha permitido implementar la prevención con higiene y la salud pública con recursos como la producción de alimentos y prevención de enfermedades.
Nos seguimos preguntando cómo ser nonagenarios o centenarios con habilidades conservadas y sexo, pensamiento dinámico y creatividad, sueños y fantasías, fuerza y velocidad, equilibrio y elasticidad además de plasticidad mental; todo eso que tenemos o tuvimos y que ni siquiera en muchas ocasiones nos dimos cuenta. Los cuestionamientos se quedan en la irresolución porque simple y sencillamente somos finitos.
La historia de la vida es un cuento misterioso dramático, originado de una mezcla primordial de moléculas orgánicas y líquido, resultando en una especie que puede llorar, sonreír, recordar, aprender, cantar, pensar y escribir.
Hemos navegado a través de la biología celular y hemos reflexionado sobre lo complejo que debe haber sido. Vamos a continuar sorprendidos ante la posibilidad, de que la genética y epigenética, nos den la oportunidad de manipular el genoma para el bienestar de la humanidad.
Pero mientras tanto ¿qué pasa con nosotros?, que podemos hacer para mejorar nuestras posibilidades de sobrevivir y nuestra capacidad de vivir, ¿cómo es? que algunos llegamos a los 80 años y otros ni siquiera tendremos la posibilidad de llegar a los 70, ¿Qué podemos hacer? para que nuestras vidas nos den la oportunidad y ese apreciado tiempo que se valora cada vez más cuando caminamos irremediablemente al fin de nuestras vidas.
“Que conciencia vamos tomando del tiempo”, de nuestro aspecto, de nuestra fuerza y de nuestras habilidades, es indudable que nos vemos desafiados por la reflexión en el tiempo vivido y en lo que pudimos o no haber hecho, por lo que el futuro cobra una relevancia trascendental.
Transformar la salud y vivir más es el objetivo, ante la avalancha de factores perjudiciales que se acumulan al paso del tiempo y que nos hacen presa fácil de los malos hábitos como el consumo excesivo de alimentos con la consecuencia del sobrepeso y la obesidad; además de que resulta muy complicado someterse a las dietas con un éxito del 5% por la falta de convicción en la importancia de consumir alimentos de manera adecuada y lo poco atractivo que le resulta a mucha gente.
Analizando pacientes nonagenarios de diferentes lugares del mundo encontramos que hay factores que de manera irrefutable influyen en la longevidad como el realizar caminatas durante el día a lugares de trabajo, de convivencia, de esparcimiento o de rutina personal, entre más pasos sumados al proyecto de salud mejores resultados de sobrevida en general; el tener un propósito de vida o un objetivo en la vida indudablemente que ayuda a lograr según estudios hasta 7 años de vida más al momento de la evaluación; el tener hábitos de religiosidad, meditación, siestas vespertinas producen un poderoso efecto de liberación del estrés, así que diariamente debemos dejar un espacio reservado para ese lapso de felicidad y espiritualidad; comer menos de lo acostumbrado, detenerse cuando aún no te sientes completamente satisfecho es un excelente hábito, no llegar nunca a la saciedad y comer despacio para dejar que esos 20 minutos en los que llega la información al cerebro sobre los alimentos consumidos se consoliden y disminuyan la sensación del hambre, con este hábito se logran disminuir hasta 8 kg en un año; incluir en la dieta alimentos como soya, lentejas y frijoles es muy importante; consumir pescado, pollo y carne magra de otros tipos en cantidades moderadas; beber una o dos copas de bebidas alcohólicas al día es recomendable sobre todo si se hace con la comida o con amistades; estos grupos saludables viven en comunidades en las que la conducta se refuerza entre los miembros lo que les facilita el estilo de vida con comodidad y agrado; realizar actividades con la familia que es el objetivo final de quienes se encargan de ella es primordial, ya que aumenta la sensación de felicidad, la convivencia con la familia ayuda y apoya para alargar la vida sin excepción.
Vivir en localidades donde se tiene contacto con el sol, con espacios verdes, con lluvia, con animales y con productos derivados de la naturaleza como vegetales y frutas privilegia la longevidad.
Las comunidades que cultivan sus alimentos son privilegiadas sobre todo cuando lo pueden hacer con el método orgánico. Los rituales al cocinar son esplendidos para sus protagonistas y benéficos en general.
Puedes vivir más y mejor con un esfuerzo lógico y accesible.
Atentamente.
Dr. Alejandro Cárdenas Cejudo.
Presidente
Ejercicio es Medicina en México
Médico Internista
Expresidente del CMIM
Fellow of the American College of Medicine
Miembro del Comité de la ISIM
www.exerciseismedicine.org.mx
