Editorial: Obstrucción intestinal
Edith de 85 años de edad, aunque no estaba segura ya que su acta se perdió hace muchos años en su pueblo del estado de Hidalgo, comentaba que tenía 3 semanas con dolor abdominal cólico, distensión, gases, sensación de no poder evacuar, nauseas, disminución del apetito y exacerbación del dolor al ingerir alimentos.
Acudió con el médico quien decidió realizarle exámenes, un proceso cansado para ella a su edad, laborioso por los periodos de ayuno e interminable porque indudablemente uno espera respuestas después de cada estudio y no siempre son concluyentes.
Lo más alarmante es que el cuadro clínico continuaba y ella cada día se sentía más cansada y débil, había perdido el apetito, y todo le daba asco, bajaba de peso sin poder evitarlo y su energía se escapaba sin poderlo evitar.
Sus familiares no podían hacer nada y su médico se cuestionaba si lo que hacía era lo correcto, y por qué no se solucionaba el problema si la tomografía con contraste, el ultrasonido, los rx, y la colonoscopía no reportaba nada anormal.
Lo que sucedía y no es fácil de diagnosticar era que la paciente tenía ateroesclerosis de las arterias que irrigan e intestino a un grado mayor del 60% de obstrucción, por lo que cursaba con un cuadro raro denominado angina abdominal que se caracteriza por dolor, mala digestión y manifestación de estos datos con el consumo de alimentos.
Lo que nadie sabía era que después de la colonoscopía el intestino se deslizó sobre sí mismo al retirar el endoscopio, formando una especie de manga sobre si mismo y progresivamente se fue obstruyendo más y más al avanzar rumbo a la porción más distal del colon, (sigmoides y recto), generando una severa obstrucción.
Cuando la vimos el siguiente grupo de médicos, distinto al que inició su estudio, las evidencias en su evolución, no nos podían explicar cómo los primeros no habían visto la obstrucción en la colonoscopía, y cómo no podían haberse dado cuenta de la obstrucción desde antes, pensando que esto estaba desde el inicio y que en realidad era un tumor que bloqueaba el paso al contenido intestinal en el colon.
Edith estaba débil, deshidratada, desesperanzada y moribunda, iniciando con complicaciones de falla renal, anémica, desnutrida y cansada, nosotros su grupo de médicos, temerosos, pero con la convicción de que era ahora o nunca, pues no había tiempo que perder ya que se debilitaba a una gran velocidad.
Decidimos meterla a cirugía una vez que la transfundimos, la hidratamos y la preparamos mentalmente para la lucha contra la muerte en un periodo de su vida sonde lo menos que uno espera es tener que luchar.
Fue complicado, se tuvo que quitar la mitad del colon y parte del intestino delgado, la vesícula que encontramos llena de piedras y durante la cirugía cuando vaciamos el abdomen del líquido depositado por la inflamación y aspiramos el contenido intestinal atrapado por días, cayó en estado de choque grave, por casi 25 minutos, tiempo en el que el experimentado anestesiólogo y un servidor logramos estabilizarla, ya no pudimos extubarla por el riesgo que corría después del estado de choque, y la llevamos a la terapia intensiva, donde después de 24 horas se logró retirar del pulmón artificial y respirar de sus propios medios.
El riñón se negaba a funcionar con normalidad por las pérdidas de líquido que no podía ajustar, el corazón luchaba a tambor batiente contra la circunstancia tratando de compensar la falta de glóbulos rojos, el pulmón llevaba y traía oxígeno y bióxido de carbono, junto con un equipo de la unidad de cuidados intensivos formado por médicos, enfermeras, residentes de terapia intensiva que no nos resignábamos a perder la oportunidad de darle a Edith más tiempo de vida para compartir con esa extraordinaria y amorosa familia, formado por hijos y nietos que con su amor crearon un halo de protección a su alrededor.
Después de 48 horas las cosas comenzaron a funcionar, descubrimos que el problema no era un tumor sino una intususcepción, proceso raro pero de mejor pronóstico que estaba resuelto y que le daba más oportunidades de recuperación. Así en ese momento y con más ganas que nunca decidimos luchar por su bienestar, alimentándola por vía intravenosa y aportando todo lo que hacía falta para llevarla a un estado de bienestar.
Tenemos que reconocer que el primer grupo de médicos estaba muy confundido con lo que presenciaron y no se lo podía explicar, nosotros que retomamos el caso y pudimos crear una nueva imagen del proceso, desenmarañamos un complicado caso que resultó favorable para nuestra paciente.
Hoy, Edith mejora día con día, demuestra que el haber llegado a esta etapa de su vida es por ser una gran luchadora, que nunca se da por vencida y nosotros el equipo hospitalario y sus médicos aprendimos que no darse por vencido y buscar respuestas por complicado que parezca un caso, es nuestra real misión.
Pronto será dada de alta para ir a casa y esta mañana nos regala su mejor y más franca sonrisa de agradecimiento, que deja al cuerpo quirúrgico, a los médicos de terapia, a las enfermeras y a un servidor su médico tratante una gran satisfacción por el deber cumplido.
Feliz día del médico a todos aquellos que decidieron escoger la profesión del servicio y la compasión por el prójimo.
Atentamente.
Dr. Alejandro Cárdenas Cejudo.
Presidente
Ejercicio es Medicina en México
Médico Internista
Expresidente del CMIM
Fellow of the American College of Medicine
Miembro del Comité de la ISIM
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