Editorial: Uretritis y Cistitis
La anatomía de la uretra en mujeres y hombres es diferentes, es por eso que las infecciones son más frecuentes en las mujeres que tienen una uretra corta, cerca del introito vaginal, y a unos cuantos centímetros de la vejiga; en el caso de los hombres la distancia aumenta por la extensión del pene y por la presencia de dos esfínteres uno de salida en la vejiga y otro en la uretra del pene.
Otra importante diferencia es la exposición en la zona perineal de la uretra femenina (toda la región genital, anal y urinaria) y la facilidad con la que puede tener contacto con los residuos que se arrastran durante el aseo después de orinar, hacia la parte anterior en la región de la vagina y la uretra.
Es también importante comentar que las infecciones urinarias en hombres y mujeres son más frecuentes durante la fase de actividad sexual, situación que propicia y facilita la contaminación con el pene de la región anal, llevando residuos contaminados a la vagina y a la uretra lo que facilita el acceso a las bacteria sobre todo aquellas que se encuentran en el excremento como lo son las Escherichias Coli y en ocasiones las enterobacterias (bacterias del intestino).
Aunque en los hombre es más difícil que las bacterias lleguen a la uretra del pene y de ahí a la vejiga una vez que lo logran se convierten con frecuencia en una complicación terapéutica, debido a que contaminan con frecuencia el epidídimo y la próstata, sitios donde la irrigación sanguínea no es tan abundante y la eficiencia con la que los antibióticos pueden combatir la infección se ve limitada. Con frecuencia una secuela de las infecciones urinarias masculinas es la prostatitis y la epididimitis.
La uretritis tiene como síntoma principal la sensación de inflamación en la uretra, comezón, picazón, ardor y finalmente puede llegar a ser dolorosa la experiencia.
La cistitis o inflamación de la vejiga se caracteriza por el incremento en la frecuencia urinaria, ardor al miccionar, dolor, sangrado y espasmos.
La higiene de la zona previa a las relaciones sexuales, el uso de condón en la relaciones anales, el cuidado en el aseo después de evacuar en las mujeres y la costumbre del aseo previo a las relaciones puede prevenir las infecciones urinarias.
Aún así existe una franca tendencia en algunas mujeres que al tener relaciones sexuales invariablemente terminan con cistitis o con uretritis por lo que en ellas se recomienda el uso profiláctico de antibióticos. Existe también el caso de vaginitis asociada a cierto tipo de alimentos que les generan cambios de ph y alergias que detonan procesos inflamatorios que a su vez favorecen infecciones secundarias por bacterias.
El tratamiento de los pacientes sintomáticos es indispensable, siempre recomendable será tener de forma previa un examen general de orina, un urocultivo y si fuese necesarios un ultrasonido pélvico. Estudios más sofisticados como la tomografía o la urotac (urografía con tomografía) se dejan para casos especiales con altas recidivas.
La recidiva es la recaída que puede ser frecuente asociada a eventos sexuales, uso de antibióticos, alergias, alimentos, inflamación por daño mecánico como en la masturbación. En ocasiones las bacterias o partículas de estas se alojan en el intersticio de la vejiga facilitando la aparición posterior de infecciones vesicales, uretrales, epididimales o prostáticas.
Si la infección de la vejiga logra ascender a través de los uréteres que conectan con los riñones aparece la pielonefritis, enfermedad aguda, infecciosa, dolorosa y febril, que amerita periodos largos de tratamiento y seguimiento para evitar las recaídas.
Bibliografía:
Papadakis M.A. Current Médical Diagnosis and Treatment. 2014
Atentamente.
Dr. Alejandro Cárdenas Cejudo.
Presidente
Ejercicio es Medicina en México
Médico Internista
Expresidente del CMIM
Fellow of the American College of Medicine
Miembro del Comité de la ISIM
www.exerciseismedicine.org.mx
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